“…pero no fueron sólo los viajes en avión lo que posibilitó los cursos de verano sino que, en lo que parece una anticipación de la situación contemporánea de redes sociales, Boyarsky habla del éxito de los cursos de verano como “alentados especialmente por las útiles conversaciones de “aldea global” y por el ejemplo de los intentos de “interconexión”… El objetivo de los talleres de verano es proporcionar un foro y una plataforma en un escenario óptimo, una oportunidad para el enriquecimiento mutuo, el intercambio y el contacto de primera mano.” Hacia el final de su vida, en su último libro retrospectivo, “My Work”, Le Corbusier publica un mapa de las rutas de vuelo del mundo y escribe: “El mundo tiene hoy 24 horas solares a su disposición.“ Marco Polo se tomó su tiempo. Hoy en día decimos: “Aquí están sus documentos, señor, su contrato y su billete de avión. Si sale esta tarde a las seis, estará en las antípodas mañana. Podrá debatir, firmar y si lo desea, puede regresar esa misma tarde y estar en casa al día siguiente”. Con estas palabras, y en una cita llena de admiración hacia ese mundo moderno lleno de nuevas posibilidades tecnológicas, el maestro moderno toma al primer gran viajero veneciano y lo contrapone al hombre moderno de la segunda mitad del siglo XX quien, a partir de la introducción de los aviones comerciales hacia fines de los cincuenta, logra comunicarse, conocer y por lo tanto dominar más el mundo. El viajar y conocer se hacen cada vez más parte esencial de la cultura de la modernidad. En lo que refiere a los arquitectos, los viajes han tenido desde siempre una singular importancia en el aprendizaje y práctica de la disciplina. Por otra parte, en el mundo contemporáneo, el llamado “acortamiento” de distancias, la globalización, la revolución de los medios de transporte y el inminente incremento de la cultura del viaje hacen que esta práctica redoble su dimensión. El viaje del arquitecto o del estudiante de arquitectura es más que nunca una atractiva práctica para conocer, aprender y vivir la arquitectura que probablemente nos llega en primera instancia vía impresa o imagen digital. De este modo, ya sea como herramienta de corroboración o conocimiento, el viaje del arquitecto siempre es importante, casi diría crucial para la formación y cultura del académico o proyectista. Dentro de este viaje de estudios, para cursar una maestría, diplomado o para realizar un workshop en otra ciudad distinta a la que uno pertenece, se coloca al estudiante en un singular y muy interesante escenario: una nueva ciudad, un período compacto pero muy intenso, otro idioma, otro modo de desplazarse, otra cotidianeidad, otra manera de leer los recorridos, otra temática y contexto de proyecto, otro mapeo, otro modo de interactuar con nuevos compañeros y nuevos profesores. Son millones los estudiantes del mundo quienes a partir de los intercambios entre universidades viajan y viven en otras ciudades o más tarde tienen prácticas profesionales en despachos de arquitectos, conformando esta comunidad profesional ejerciendo una práctica que a diferencia de otras pueden practicarse en lugares distintos a los contextos locales a los que se pertenece inicialmente. Simultáneo a la 14. Bienal de Arquitectura de Venecia, potenciando la curaduría a nuestro cargo del Pabellón de México en dicha Bienal y de cara al “Viaje del Arquitecto”, es que instrumentamos junto a Enrico Fontanari de la IUAV un Summer Workshop para estudiantes mexicanos e italianos; el mismo se desarrollaría en junio de ese año y trataría sobre lo que es Venecia, esa fusión especial de Tierra-Agua. Lo más interesante sin duda es lo no visible, son esas imágenes y experiencias que quedan para siempre en los imaginarios de los profesores y estudiantes, son esas caminatas, esas fotos, esos croquis tomados en alguna calle, son ese transitar por El viaje del Arquitecto; estos, imposibles de documentar pero quizás se muestren –aunque parcialmente–, en los proyectos que aquí publicamos. Estos pre-anteproyectos fueron realizados en tres semanas por estudiantes trabajando en equipo. Son ideas de jóvenes estudiantes, frescos, atrevidos, un tanto irresponsables pero con toda la energía y pasión por la arquitectura y por esta bella ciudad, esbozando algunas posibles ideas para esta ciudad mágica que ha inspirado a tantos arquitectos a lo largo de la historia.
Julio Gaeta es Doctor en Arquitectura en el área de Teoría, Historia y Crítica de la Arquitectura por la Universidad Federal de Porto Alegre, Brasil y Arquitecto por la Facultad de Arquitectura de Montevideo, Uruguay.
Desde el año 1985 combina la actividad profesional con la académica desempeñándose como Arquitecto Proyectista, Docente e Investigador en temas de arquitectura y ciudad.
En 1991 funda ELARQA, un centro de investigación y editorial en temas de arquitectura y ciudad. Desde esta plataforma ha sido autor y editor de más de cien títulos publicados en arquitectura y temas urbanos.
Es Creador Artístico y Miembro del Sistema Nacional de Creadores, FONCA-CONACULTA con beca otorgada en los períodos 2007-2011 y 2011-2014.
Es el Director Académico por México de Future City Managers y Laboratorio de Vivienda del SXXI, programas realizados en conjunto entre la Universidad Iberoamericana y la Universidad Politécnica de Cataluña.
Enrico Fontanari es profesor de diseño urbano, diseño de paisaje y planificación en la Universidad IUAV de Venecia (Italia), así como en varios programas de maestría y postdoctorados internacionales. Su trabajo profesional y académico se ha publicado ampliamente en publicaciones de planificación y diseño urbano. Ha actuado frecuentemente como consultor para las Naciones Unidas, Banco Mundial, Unión Europea y otros organismos y organizaciones internacionales. Fontanari tiene más de 30 años de experiencia profesional internacional, y ha dirigido proyectos de planes maestros de diseño estratégico en Italia, Tanzania, Perú, Ecuador, Colombia, Argelia, Nepal y muchos otros países de todo el mundo.
Roberto Zancan obtuvo su grado de licenciado y doctor en arquitectura en el Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia; Certificado de estudios en la Escuela Nacional Superior de Paisaje de Versalles.Ganador de beca post-doctoral en el Instituto Politécnico di Bari; Profesor adjunto en la Universidad de Columbia e investigador asociado Centro Canadiense de Arquitectura.Fue profesor en la Escuela de Paisaje de la Universidad de Montreal. Miembro fundador del Laboratorio Profesional de Multimedia en Arquitectura y de Urbanismo ZD6. En la actualidad es subdirector de la revista de arquitectura y diseño Domus.
Anna-Paola Pola estudió arquitectura en Venecia, Delft y París. Realizó su doctorado en arquitectura y diseño urbano en la Universidad Politécnica de Milán con la tesis titulada: Frágil y compleja, la ciudad consolidada bajo una perspectiva sustentable. Desde 2009 trabaja como arquitecta independiente, principalmente en la renovación de edificios en contextos antiguos y en proyectos urbanos en centros históricos.
Participó como cocuradora en la exhibición Exportar el Centro Histórico en la Trienal de Milán en Brescia (Italia). Ha participado como docente en talleres internacionales en Australia, Italia y México.
Gustavo Avilés (México DF, 1950) estudió arquitectura en la Universidad Iberoamericana desde 1969 a 1974. Desde 1984, su trabajo se ha centrado en el tema de la luz en la arquitectura.
Su dedicación a enriquecer la cultura de la iluminación arquitectónica le ha conducido a asumir un enfoque académico y transdisciplinario que le permite articular su práctica en términos de diferentes puntos de vista sobre la luz y la iluminación. Con este enfoque, fundó Lighteam en 1986, una empresa dirigida a investigar y desarrollar la iluminación arquitectónica a través de métodos transdisciplinarios.
La acción proyectual consiste en la prolongación de un puente que tiende a la horizontalidad, en la que se crea un recorrido quebradizo en donde van surgiendo distintas actividades.
Así mismo, en la parte que tiene contacto con el agua se desplanta un mercado que, con un sistema de escaleras, se relaciona con el puente. El proyecto busca reinterpretar los puentes típicos de Venecia con una visión contemporánea.
El proyecto consiste en la conexión de Punta Dogana con la Plaza San Marcos, el punto más importante de Venecia. Ante esto, nuestra propuesta materializa un proyecto que mantiene una constante relación entre el agua y la tierra. Un proyecto que muestra continuidad entre estos dos factores, en el cual el agua se entremezcla con la fractura de las balsas flotantes del mercado.
En Campo Guetto Nuovo los edificios pueden llegar a tener hasta seis pisos de altura. Al ver el campo lo primero que resalta es una configuración muy peculiar; como si los edificios lo abrazaran. En el transcurso del día se pueden observar varias actividades que se realizan en el campo, tal como gente sentada platicando, caminando, parados y niños jugando en la fuente, la cual ha sido un elemento de reunión desde el siglo XVI. Para potenciar el uso del espacio, primero se enfatizó un camino ya existente, pero no marcado, con un pavimento que conectara los dos puentes principales del campo. Este camino fue hecho con cambios de dirección en el dibujo del pavimento, así como en las dimensiones de sus piezas.
PROPUESTA CONCEPTUAL:
CONECTAR: los dos accesos principales del campo, aquellos que fueron cerrados por los cristianos en el siglo XVI y que conformaron el gueto.
POTENCIAR: el espacio abierto del campo al aumentar y mejorar un mobiliario urbano que provoque periodos más largos de estancia.
CONMEMORAR: la historia del lugar al vincular el espacio abierto del campo con el memorial existente
El proyecto surge como respuesta a las necesidades de zona; siendo la más importante un centro de abasto, un mercado. El análisis de la traza otorga como resultado una modulación integrada al contexto inmediato, teniendo siempre presente la relación TIERRA- AGUA. En ciertos puntos del proyecto surgen acciones que generan memoria de elementos característicos de Venecia: puertas de agua, pozo, canales, puentes y accesibilidad.
El mercado se propone en la actual aduana, creando un campo que eliminará la barrera virtual que existe entre la nueva y la vieja Venecia.Así mismo, se propone una diversidad programática dentro del complejo, la cual involucra el sistema de abasto, restaurantes, administración y espacio público.Es en este punto donde la tierra adquiere una unión con la Via dellácqua a través de una COSTURA.Con los nuevos desarrollos de la ciudad se dejó a un lado la relación tierra-agua, perdiendo comunicación y creando espacios sin vida que poco a poco quedan en el olvido. A través de una estrategia de “cocitura” se retoma este vínculo olvidado desde hace años.
Al ver los resultados de nuestro análisis pudimos observar que los campos San Ángelo, San Stefano y San Maurizio son actualmente espacios de transición, no para permanecer y apropiarse del sitio, por lo que localizamos un espacio que tiene la potencialidad de vincular estos tres campos por medio de un edificio conector. Desarrollamos un análisis de flujos de la zona en el cual verificamos que los flujos actuales no conectan y dificultan el acceso a estos campos. Por esta razón, proponemos crear un flujo directo entre estos campos por medio de dos ejes principales.
Estos flujos pueden darse por medio de un edificio público en planta baja y una fluidez visual para crear una red de espacios públicos en esta zona. La permeabilidad de este edificio busca debe permitir que los campos se relacionen. La actividad del edificio sería un mercado donde atraiga a los usuarios a este punto, pero también pueda distribuirlos a los demás espacios. Esta conexión se hará a partir de puentes y de espacios libres que permitan la circulación. El proyecto rescatará dos fachadas existentes del convento y se intervendrá en las otras dos fachadas para crear este espacio de transición entre lo antiguo y lo moderno.
El proyecto surge como respuesta a una serie de necesidades que presenta la zona; siendo la más importante un centro de abasto, un mercado. El análisis de la traza otorga como resultado una modulación integrada al contexto inmediato, teniendo siempre presente la relación TIERRA- AGUA. En ciertos puntos del proyecto surgen acciones que generan memoria
de elementos característicos de Venecia: puertas de agua, pozo, canales, puentes y accesibilidad a un mismo volumen, a través de diversos puntos.
El mercado se propone en la actual aduana, creando un campo que eliminará la barrera virtual que existe entre la nueva y la vieja Venecia.
Así mismo, se propone una diversidad programática dentro del complejo, la
cual involucra el sistema de abasto, restaurantes, administración y espacio público. Es en este punto donde la tierra adquiere una unión con la Via dellácqua a través de una COSTURA.
Con los nuevos desarrollos de la ciudad se dejó a un lado la relación tierra- agua, perdiendo toda comunicación y creando un espacio sin vida que poco a poco va quedando en el olvido. A través de una estrategia de “cocittura” se busca retomar este vínculo olvidado desde
hace años.